“para muchos agrónomos, lo más complicado es entender la simplicidad de las prácticas de la
agricultura orgánica que el campesinado comprende a la perfección…” Jairo Restrepo.(**)
Festejo la Ley de Bioinsumos aprobada hace unos días y promulgada hace unas horas, más que
nada el Artículo 7 que prohíbe el uso del glifosato, sus componentes y afines. Sin dudas, un deseo
colectivo de las Organizaciones que lleva décadas, y comienza a materializarse de la mano de un
gobierno que ha promovido un sinnúmero de leyes de protección y promoción que benefician al
ambiente y a las personas, más allá de la realidad, dolorosa en varios casos. Si se hubiese cumplido la conocida Ley 2.980, “ley de agrotóxicos”, sancionada hace 31 años, hoy
no estaríamos necesitando este artículo que tanto mal estar genera en los “randaperos” y
Misiones estaría quizás generando cierto celos al Paraíso Terrenal. Hay un antecedente importante en el Municipio de Montecarlo, Misiones, que en el año 2012
prohíbe su uso en la zona urbana. Luego la Ley XVI-Nº24 (18/10/2018), más amplia, prohíbe en los
ejidos urbanos de Misiones, Establecimientos Educativos, Comunidades Indígenas y su puesta en
marcha era en abril del 2020, pero todo siguió igual. Al glifosato se lo puede comprar hasta en una
verdulería o kiosko y su uso no ha disminuido por aquel que por generaciones lo ha usado. Se ha
tornado un elemento que forma parte del cotillón de las chacras como un machete o una pala. Es
decir, que el cumplimiento de la Norma es un fracaso. Quiero confiar que dada la realidad sanitaria, la necesidad de proteger el agua y la tremenda crisis
civilizatoria que deteriora a velocidades impensadas el ambiente y calienta el Globo cada vez más, esta vez sí se tomarán en serio y harán cumplir. En esto no hay vuelta atrás. No quedan dudas que existen dos modelos: el Socioambiental y el Sociocriminal. El socioambiental es el que apuesta a respetar el conocimiento ancestral, el que apuesta a la
Agroecología, que con más de 10mil años de prácticas no ha enfermado gente ni destruido la
biodiversidad, ha cultivado en forma ecocéntrica y ha respetado la gran farmacia de la vida, es
aquel que entiende que en la naturaleza todo se regula, que al suelo se lo alimenta y promueve la
variedad de la vida, que nada es “maleza” y todo tiene una razón de existir, que es posible
controlar sistemas vivos “no deseados” en determinados cultivos y que la asociación, como nos
enseña la gran biblioteca natural, es la que cuida y revitaliza los suelos. Este modelo produce sus
bioinsumos autogestionados e independientes, elaborados por la familia agraria con elementos
de sus sistemas productivos. Esta, es la oportunidad de prescindir de los tóxicos impuestos por un
modelo agroindustrial que ha impregnado cerebros con conocimientos destructiv

El modelo Sociocriminal, elabora los agrotóxicos y ni siquiera sus mercaderes lo tocan, lo pagan y
sus trabajadores son los que aplican, ellos no se animan. Claramente está agotado, aunque tiene
promotores poderosos que sostienen una fantasía cada vez más refutable. Es aquel que allá por
los años 60, que para paliar la hambruna de países super poblados del mundo, se impone como la
“Revolución Verde”, la que ha estimulado tanto el rendimiento de los suelos, deteriorando los
bienes naturales, generando sometimiento social, dependencia tecnológica y daños irreversibles a
la salud humana. No solucionó el hambre y fomentó la mal nutrición. Como manifiesta la Dra. Andrea Imaginario(***) “…el problema del hambre mundial no se relaciona con la capacidad
productora del campo, sino con la cadena de distribución de los alimentos y costos de los
mismos…” Este modelo, hace mucho denunciado, más que nunca muestra las consecuencias. Se materializó
en los tantos Fabián Tomasi, en las denuncias eternas de las Madres de Ituzaingo (Córdoba), en
cada uno de los Pueblos fumigados, en cada uno de los niños con mielomeningocele, en mujeres
con abortos espontáneos, niños con malformaciones, esterilidad, problemas respiratorios, con
muertes y muchas de ellas por “causas naturales”, apañadas por la cobardía de médicos que no se
animaron a jugarse a decir la verdad a un pueblo que ignoraba las causas de todo esto. Este
modelo de agricultura industrial, inutilizó suelos y agua, esterilizó y mató vidas, generó al
chacarero dependencia de una tecnología que no pidió, no necesitó, lo sometió y lo destruyó.

Misiones tiene un Gran Héroe, el Pediatra Hugo “Buby” Gómez Demaio, subestimado y
despreciado hasta el hartazgo por el poder político que hoy sanciona esta norma. El Dr. Humada, Antonia Husulak, otros corajudos de Misiones. “Buby” ya no está, como el Investigador Andrés
Carrasco, que en su compañía pasaron por Aristóbulo allá por el 2005, salieron a contarnos desde
el saber científico lo que estaba sucediendo con inocentes de las cunas del ananá y tantos otros
lugares donde reinaba el tabaco, los cítricos, el pino, los yerbales y hasta las huertas rurales. Los pasos firmes, fortalecidos por las convicciones y las buenas prácticas que desde distintos
sectores de la Sociedad viene dando la Agroecología, obliga al gobierno a repensar si quiere ser
recordado en la historia por el resguardo de la Casa Común, del bienestar y la salud de los
Misioneros o por ser el que teniendo la oportunidad del cambio no lo hizo y la condena social será
implacable.

Será un tiempo, que esperamos sea breve, inmediato, urgente, en la que la sociedad deba
empoderarse, ser denunciante y exigir sus derechos. Confío en que estos necesarios cambios, fortalezcan las raíces y no me caben dudas que vendrán por decisión de los Pueblos

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